


El hijo de Dios pasó cinco días esperando. Finalmente, tocaron a su puerta.
Toc-toc-toc.
—¿Quién es? —preguntó Jesús.
—Soy Juan.
Jesús abre la puerta rápidamente y le dice:
—¿Qué trajiste, Juan?
—Cocaína de Colombia, maestro.
—Muy bien, pasá, dejala ahí.
Al rato, vuelve a sonar la puerta.
Toc-toc-toc.
—¿Quién es? —pregunta Jesús.
—Soy Pedro.
Jesús abre la puerta y le dice:
—¿Qué trajiste, Pedro?
—Marihuana de Jamaica, maestro.
—Muy bien, Pedro, pasá y dejala ahí...
Al rato, toc-toc-toc.
—¿Quién es? —pregunta Jesús.
—Soy Mateo.
Jesús abre la puerta y le dice:
—¿Qué trajiste, Mateo?
—Crack del Bronx, maestro.
—Muy bien, pasá y dejalo ahí...
Y así sucesivamente iban llegando los discípulos con heroína de Afganistán, anfetaminas de una farmacia, LSD de Holanda, éxtasis de Manchester, hachís de Marruecos, opio de China, ketamina de una veterinaria y cucumelo de Misiones. Sólo faltaba un discípulo. En eso se oyó la puerta:
Toc-toc-toc.
—¿Quién es? —pregunta Jesús.
—Soy yo, Judas.
—¿Qué trajiste, Judas?
—A la DEA, cabrones... ¡¡¡Todos contra la pared!!! Ese de barba es el jefe...
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